Charlotadas

La corrupción y el paro suben, pero resulta que no son buenos indicativos, no reflejan la realidad ficticia de nuestro país, esa que solo ven los iniciados, los grandes visionarios de la economía global. Hay otras señales mucho más significativas, nos dicen, pero, pobres (¡y tanto!) de nosotros, no somos capaces de apreciarlas. Está claro que nos falta sutileza, la sensibilidad necesaria para emocionarnos con las cuentas en Suiza, el trasiego de sobres con sobresueldos, los rancios tejemanejes para manipular la acción de la justicia, las casposas actitudes de prepotencia de ciertos gobernantes, la pestilencia que emana de un Partido Popular que tiene la cara de argumentar en su favor el hecho de que se estén destapando todos esos casos de corrupción dentro de su propia organización… ¡La justicia funciona!, dicen, ¡Somos implacables persiguiendo la corrupción!
No tiene gracia, lo sé. Yo quería escribir una columnilla desenfadada e irónica, pero esto ya no da más de sí.
Que Unimos Podemos proponga una moción de censura resulta que no es serio según el criterio de los demás partidos. Las cosas se hacen de otra manera, dicen. El caso es que no sabemos qué otra manera es esa, porque hasta ahora nadie ha hecho nada salvo permitir que un partido enfangado en una delirante trama corrupta siga al frente del gobierno de un país con más de cuatro millones de parados y sin que sepamos el número de quienes trabajan por un sueldo miserable y en condiciones de precariedad galopante. Mociones de censura para qué, si está visto que no sirven para nada. Y es verdad, no va a cambiar nada y lo peor es que ya estamos acostumbrados. Ni siquiera servirá para sacar los colores a un partido que a estas alturas ya no tiene nada más que perder y continúa demostrando que vergüenza tiene más bien poca o ninguna. Tanto es así que su portavoz en el Congreso ha tenido el cuajo de decir, en referencia a dicha moción de censura, que “España no está para charlotadas”. Supongo que lo que Hernando quería decir, en realidad, es que no está para más charlotadas, ya que su propio partido ha tocado techo con ellas. Madre mía, qué delirio. Sé que los ciudadanos deberíamos implicarnos en los asuntos políticos, no desentendernos, pero resulta francamente difícil sentirse parte de todo esto. Personalmente, cada vez me siento más lejos del submundo de la política. Es triste, lo sé, pero la salud (mental) es lo primero. 

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